Cuando
escucho esta frase siempre tengo la esperanza de recibir una grata
sorpresa y de que haya algo que culmine mi delicioso menú con un
buen sabor de boca.
Me
encanta la nueva tendencia de postres que pueden ser dulces o
salados. Al igual que al ir a desayunar unas veces te puede apetecer
un desayuno dulce y otras te inclinas por uno salado, lo mismo sucede
con los postres.
A
eso debemos añadir que los postres deben dejar de ser el plus para
elevar el ticket medio y equilibrar con el precio el escandallo del
menú para convertirse en algo más.
Se
debe innovar y se debe buscar tanta e igual calidad que la que
perseguimos con el resto del menú. No podemos basarnos en poner un
hojaldre o un helado en función del precio al que te lo vendan y del
escandallo ya que la calidad difiere mucho.
Esto
influye a la hora de pedir postre. Si alguien recuerda aquel helado
tan maravilloso no se resistirá a pedirlo nuevamente lo que hará
que vendas muchos más postres, mientras que de la otra forma, al no
recordar la alta calidad te quedarás sin tu escandallo tan bien
diseñado.
Lo
importante no es una tarta de postre con un gramaje alto, si no la
calidad de ese gramaje que puede ser inferior en peso pero con un
sabor, textura y elaboración impecables.
De
la misma forma que en platos o entrantes, la calidad del postre no
debe estar en la barrera de 5€ con un escandallo inferior al euro.
No es sólo cuestión de precio, debe ir acorde a la calidad y
experiencia de tu oferta.
Hay
que recordar que según estudios más de la mitad del público cuando
lee la carta mira los postres antes de elegir su primer y segundo
plato, incluso en algunos casos en restaurantes hay gente que sólo
va por el postre.
Es
el punto y final de la comida, es lo que nos dejará un buen recuerdo de la
misma, nuestra última perspectiva y la que forjará la valoración de la
experiencia, por lo que su valor es importantísimo.
Eso
mismo debe aplicarse al café o té, que no es solo una commodity.
Además de pensar si es Robusta o Arabica hay también que tener en
cuenta que dentro de las tipologías existen cinco categorías en
función de la calidad de los granos. Ese buen té o café te puede
dar un valor añadido. Un sabor inigualable y disfrutar de una
sobremesa con la soledad del momento o la compañía en la que te
encuentres.
Pero
justamente aquí, en el tema café, no sólo aporta valor añadido si
no que además te puede ayudar aún más en costes con cosas tan
sencillas como la necesidad de servirlo con más o menos leche, de
ponerle menos edulcorantes o simplemente ahorrándote costes
indirectos que pueden dejarte el café en el mismo precio
independientemente de que sea bueno o malo.
Repetiremos?
Seguro.
Gonzalo Mateos
Es un profesional de la estrategia y expansión de negocios y productos con experiencia de más de 15 años. http://www.expansionyestrategia.com/